Si algo caracteriza la correspondencia como género literario es que incide directamente en la privada de sus lectores. Sea ficticio o real el destinatario de las cartas, sea la correspondencia creación literaria o filosófica o simple y puramente el documento escrito de una relación efectiva entre individuos, es una y otra vez la confidencialidad en uno u otro grado lo que modela su lenguaje. Y en ocasiones, como en la correspondencia del pintor Vincent van Gogh, la elocuencia soberana y la apasionada sinceridad de quien las escribe hacen difícil que quien las lee pueda resistirse a su penetrante influjo.