En los últimos veinte años, el museo ha tenido que hacer frente a las exigencias intelectuales planteadas por las formas de vida contemporáneas y por las prácticas cultas propias de las sociedades postindustriales. Una de las más interesantes ha sido la referida a la manera misma de concebir la presen- tación de objetos y obras de arte. Este hecho constituye un ejercicio de interpre- tación que implica significados morales, intelectuales y estéticos que proponen al visitante un discurso determinado; supone una expresión del modo en que los hombres establecen sus relaciones con el saber.