Whose Muse?

Con el título de Whose Muse?. Art Museums and the Public Trust y con James Cuno -director del Art Institute de Chicago- como editor, se recogen una serie de ensayos que reflexionan sobre los fundamentos de los museos de arte y su papel en la cultura democrática, bajo la premisa de que el museo tiene como principal finalidad facilitar el encuentro entre el visitante y la obra de arte. Junto a Cuno colaboran en este libro algunos de los directores de los museos más importantes del ámbito anglosajón: Philippe de Montebello, Glenn D. Lowry, Neil McGregor, John Walsh y James N. Wood.  Los ensayos son resultado de unos debates que celebraron estos mismos directores en el curso de un encuentro organizado por el «Harvard Program for Art Museums Directors» durante los años 2000 y 2001.

Lo interesante de este libro es que en él se reacciona frente al concepto de museo entendido como espacio de entretenimiento y ocio, y su evolución –o deriva- hacia una organización lucrativa (for profit). Los ensayos reivindican el museo (de arte) como institución de y para los ciudadanos, producto de esa ejemplar conciencia cívica y democrática tan interiorizada en la sociedad estadounidense. De ahí el subtítulo «public trust», que a lo largo del ensayo se va interpretando y deshilvanando. Public trust, que tiene muchas interpretaciones, viene a significar la confianza pública depositada en los museos para preservar y facilitar el encuentro con las obras de arte, entendiendo que el arte forma parte de los valores del ser humano y alimenta su espíritu y su intelecto. Quizá lo más destacable, en su conjunto, sea el énfasis que se pone en la relación entre la obra de arte particular y el individuo, un encuentro espiritual que es la misión que la sociedad encomienda a los museos de arte. En este contexto, «public trust» también se entiende a lo largo del libro como la responsabilidad que el museo tiene frente a los ciudadanos. En definitiva, «public trust» es el contrato que el museo tiene con el público para garantizar la experiencia de admirarse y emocionarse ante la obra de arte (the sense of wonder en el original).

Los ensayos se enfocan hacia las colecciones permanentes -que es lo que define a un museo- y se manifiestan en contra de los discursos y narraciones (es decir, interpretaciones) más propias de las exposiciones temporales –dicen-, donde el objeto es un medio para contar algo, mientras que en las colecciones, el objeto es la finalidad, lo es en sí mismo. Y ensalzan la contemplación detenida, la emoción y “la búsqueda de consuelo en las obras de arte como un derecho básico de la persona”.

Cuando seguimos en muchos casos hablando de la necesidad de la aplicación de la gestión empresarial, del marketing y la comunicación, cuando estamos viendo cómo muchos museos se organizan como una marca internacional, incorporándose activamente a la economía de mercado (incluso como alternativa a la crisis, o buscando nuevos escenarios donde sortear la crisis – como es el caso de Abu Dahbi), da gusto encontrarse con unas reflexiones que ponen el acento en lo que es verdaderamente el fundamento de los museos (de arte): el espectador frente a la obra (de arte).

Teresa Pérez-Jofre

[Whose Muse? Art Museums and the Public Trust. Edited by James Cuno, with essays by James Cuno, Phillippe de Montebello, Glenn D. Lowry, Neil McGregor, John Walsh and James N. Wood. Princeton University Press, Princeton and Oxford, Harvard University Art Museums, Cambridge Massachussets, 2004 (primera ed.) 2006 (cuarta reimpresión)]

Museos e Internet

Teresa Pérez-Jofre

Internet es un medio de comunicación global, multimedia y multidireccional. Global, porque no tiene barreras geográficas, aunque lamentablemente sí tiene barreras tecnológicas ligadas al desarrollo económico de las diversas regiones del mundo. Multimedia, porque puede alojar tanto texto como imágenes fijas o en movimiento, como sonido. Multidireccional, porque permite la participación y el diálogo: todos podemos ser emisores y receptores de información y sobre todo participar e intervenir en un entorno de grupo. Y tal vez sea éste el gran reto en el que estamos actualmente: la capacidad de ofrecer recursos para que el usuario participe activamente, convirtiendo el espacio web en un foro virtual. El ejemplo más desarrollado son las comunidades virtuales, como “Virtual Second Life”, un espacio en el que un persona accede a través de un avatar que se crea de sí mismo y que se relaciona, trabaja, compra y vende, gana y pierde dinero frente a otros avatares: en resumen, vive en un mundo virtual. Y tal es el éxito de este espacio, que muchas empresas, políticos o bancos están presentes en Virtual Second Life con su “otro yo” virtual, en una clara acción de marketing.

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Un nuevo edificio para una nueva colección. La Colección Carmen Thyssen‐Bornemisza

Teresa Pérez-Jofre

¿Qué mueve a un museo a ampliar sus espacios? El gran acontecimiento museístico al que estamos asistiendo en Madrid como es la ampliación de los tres principales museos de la ciudad, nos provoca esta reflexión. Los tres con una presencia constante y protagonista en la actualidad cultural nacional e internacional, flujo de visitantes que se cuentan en millones anuales. Los conceptos modernización, adecuación a la demanda de los visitantes, necesidad de un mayor número de espacios de exposición, mejora de los servicios públicos y de los usos internos, son algunas de las claves que explican estas ampliaciones.

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La comunicación en los museos de arte: de la crítica de arte al marketing. El caso del Museo Thyssen‐Bornemisza

Teresa Pérez-Jofre

En la actualidad, la mayor parte de los museos de arte enfocan su comunicación como parte fundamental de su estrategia organizativa, aunque no siempre fue así. Nos encontramos a principios del siglo XXI con un panorama muy diferente al que había hace veinte años, durante los cuales los museos han sufrido una importante evolución.

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